Marivic (Coro)

IMG00338-20121224-2023María Victoria Sequera. Nacida en la ciudad de Coro un 23 de agosto de 1986, desde entonces aferrada a la vida. Soy licda en Educ Mencion lengua literatura y latin de UNEFM, actualmente curso maestría en esta misma casa de estudios en Literatura Iberoamericana.

Las Huellas de la Cultura Indígena Pemón en Costado Indio de Gustavo Pereira: Un análisis de sus Eremuk.

 

 

La memoria es un puente que permite llegar a espacios alejados por el tiempo, espacios que rememoran situaciones y acontecimientos que sólo existieron en un presente y que se prolongan hacia el futuro solo como historia. Los pueblos americanos han guardado en sus memorias momentos únicos que definen su cultura y sus creencias, momentos que vinculan etapas determinantes en su proceso de evolución.

            El principal espacio histórico que albergan las comunidades hispanas es el del proceso de conquista y colonización mismo que orientó al hombre latinoamericano hacia nuevas formas de vida que convergen con todas las esferas de poder. Hablar de los momentos de la conquista es remover fibras que duelen aun cuando estén dormidas, es trasgredir limites de conciencia ausentes para esquivar una realidad que convirtió a los pueblos latinoamericanos en esclavos de una cultura mestiza.

            Venezuela, uno de los países latinos más ricos en recursos naturales generadores de riquezas económicas vio nacer una nueva cultura a través de la unión de las razas españolas. Los pueblos indígenas han sido desde siempre los primeros pobladores de este país, sus costumbres y tradiciones datan de tiempos antiquísimos y sus formas de vida han sido modelos para otras generaciones.

            La principal riqueza cultural y folclórica de Venezuela reside en los pueblos aborígenes quienes con sus diferentes manifestaciones orales y materiales han cargado de valor histórico las raíces de una Venezuela contemporánea, sin embargo es lamentable y curioso el abandono de tal cumulo de raíces para dar paso a las algarabías de la moda, la tecnología y los extranjerismos.

            No se trata acá de una crítica de deconstrucción hacia las sociedades modernas que absortas en su crecimiento han dejado muy por debajo el crisol de luchas y arraigos de los pueblos indígenas venezolanos, se trata mas bien de encontrar un punto de consciencia y valor a lo que estos significan en la construcción de la identidad del país. Es necesario admitir que hablar acerca de las comunidades indígenas no suele ser una tarea de fácil aprehensión, todo lo contrario, la diversidad de grupos, la marginación y las formas de pensamiento de cada uno de ellos se erige como un limitante latente dentro de los ámbitos de este tipo de investigación, más aún una de las formas más veraces y fidedignas para testimoniar no sólo la existencia y la cultura de las comunidades indígenas sino la de todas las sociedades es precisamente la literatura.

            La literatura indígena venezolana ha sido un tema de poco trato, precisamente porque han sido pocos los interesados en conocerla más de cerca, el principal interés de los estudios de los pueblos indígenas a través de los años no ha sido precisamente conocer su camada de manifestaciones literarias, sino más bien el apego a las luchas por concretar su liberación definitiva y la consolidación de un espacio digno dentro de la sociedad venezolana. A todo esto debe agregársele que la gran parte de las manifestaciones literarias de los pueblos indígenas reside en su tradición oral, hecho éste que interfiere un poco mas en el estudio de este tipo de literatura, Esteban Mosonyi (2008) afirma que “todas estas lenguas (indígenas) han sido tradicionalmente de uso exclusivamente oral” (pág. 132)

            Las manifestaciones orales de los indígenas venezolanos es un motor didáctico que muestra las creencias e inclinaciones hacia el mundo cosmogónico, natural y ancestral, según Mosonyi (2008) “las lenguas indígenas constituyen idiomas ricos y complejos de un alto grado de expresividad y de atributos estéticos muy refinados (pág. 31). Se podría afirmar que estos rasgos señalados serian algunas de las principales razones que motivaron a una de las plumas mas especiales de este país hacia el mundo plural de las comunidades indígenas.

            Se trata de Gustavo Pereira (1940) poeta, ensayista y critico literario venezolano señalaba en 1990 en El Peor de los Oficios, una edición de El Libro Menor, de la Academia de la Historia, especie de “historia no oficial” de la poesía que “extraño, por decir lo menos, nos parece que las antologías de poesía americana no comience con los nombres de nuestros poetas aborígenes” (pág. X).

Pereira consciente del abandono y el desarraigo de la cultura indígena se atreve a incursionar de manera única y majestuosa en el mundo de estos y es Costado Indio la obra que sella una nueva etapa de la escritura venezolana. En palabras de Maritza Jiménez (1998) “el vehículo primero fue la lengua. El wayúu, inicialmente, el warao después, pero fue en el pemón, donde se instruyó conducido por los trabajos de de Fray Cesáreo de Armellada, donde encontró la magia buscada” (pág. XI).

            Estos datos resultan curiosos principalmente tomando en cuenta que Pereira entrega a los taurepán la mayor prueba de amor y humildad que ha hecho un poeta entre todos, escribir en su propia lengua. Este poeta se deja seducir por el mundo finito y rico de la familia Caribe, los pemón y enarbola su pluma para dar forma a uno de los libros mas especiales y singulares dentro de la literatura venezolana: Costado Indio.

            Ahora bien los Eremuk (cantares) que forman parte del libro antes señalados según el propio Pereira son “tímidos, sin dudo infieles, ms hasta donde pude fervorosos intentos imitatorios del genero lirico indígena (usualmente musicalizado) (pág. 73). Es estos eremuk donde encuentra impresa una profunda huella de la cultura indígena de este pueblo, simbolizan un acercamiento profundo  hacia la intensidad de una raza en la que prevalece una ancestral sabiduría.

            Es en este sentido y sobre estas bases se configura el presente trabajo, mismo que tal vez quede un tanto escueto en profundidad pero que intenta hacer una aproximación a la notable influencia de la comunidad pemón en este autor y reconocer en cada verso las huellas de su tradición.

            Según  lo expuesto por Eliseo Verón   las huellas “son propiedades del discurso que se relacionan con los procesos de producción social del mismo. Pueden hallarse desde huellas de valoración, de interpretación, ideológicas de quien produce el discurso. Hasta huellas relacionadas con las condiciones sociales en que fue escrito” (pág. 214).  Gustavo Pereira en su Eremuk pareciera querer asumir esa identidad pemón como tratando de ubicarse como uno más de los integrantes de este pueblo, ya el primer indicio de ello es el haber adoptado su lengua y tras estos escribir desde ella.

            Por otro lado tomando en consideración lo expuesto por Verón, la producción poética de Pereira tiene una ineludible carga de huellas que están íntimamente relacionadas en primer lugar con el contexto de producción de ese discurso, la situación de desvaloración de los indígenas venezolanos, los espacios ambientales que constituyen un culto de respeto por parte de estos y la gama amplia de rituales que muestran la rica cultura de los indios, todos estos aspectos se encuentran extraviados en la obra de Gustavo Pereira, y uno de los Eremuk mas idóneos para evidenciar esto es el siguiente:

Weí

El sol (El Del Gran Sombrero)

Entró por la puerta

De nuevo

No ha crecido nada

Esta exactamente lo mismo

Acaso

Más ligero

¿Ya rompieron los gallos?

El colibrí es bonito pero no canta

El araguato grita

Empezaron a cantar las guacharacas

 

            Este canto alberga fibras de una cultura que se ha hecho cada vez más fuerte con el tiempo, se pueden evidenciar huellas de los indios pemones especialmente por que se ve reflejada la adoración hacia el astro rey, el sol, el amanecer representa un momento prodigioso en el cual se da paso a nuevas experiencias, se puede evidenciar como los sentimientos del autor calan en estos versos y se convierten en la propia voz de los pemones.

            Por otro lado se hace visible la mención de animales que forman parte de rituales sagrados y que representan un símbolo en la cultura indígena, ejemplo de ello es el colibrí quien según el diccionario de mitología de George Foster (1949) “Desde tiempos antiguos, mucho antes de la Conquista Española, el colibrí ha sido considerado por muchos de los pueblos de Centro América como un animal con poderes sobrenaturales”.  Así mismo hay una cantidad extraordinaria de leyendas indígenas que tienen como principal protagonista a este pájaro. La mención de este animal en este Eremuk surge como una comparación expuesta por el autor, quien abre el canto haciendo alusión a la luz del amanecer y el colibrí aun cuando es un animal bonito no puede despertar con su canto.

            Es así como entonces surge el nombramiento del gallo animal que distingue el final de la noche y el principio del día, es este animal quien por su naturaleza anuncia la llegada del amanecer, la llegada del sol. Se hace mención del araguato y las guacharacas animales que también son escuchados principalmente en las horas del alba. Este canto se erige como un homenaje a las creencias de los indios pemón y su hábitat.

            Destacan a lo largo de todos estos cantares características propias de la cultura de estos pueblos, el cantar anteriormente mencionado según Verón marcaria una “huella de valoración”. Del mismo modo se puede tomar como referencia otro de los cantares de Costado Indio: Makunai – Piá, en cuyo centro se puede ver expuesta una “huella de interpretación” del mundo indígena, Pereira comprende la trascendencia de esta raza para el mundo y se adentra en un proceso de interpretación de esa realidad de una forma muy singular, siendo el también uno de ellos, es así como puede expresar:

Cuando mi hermano llegue a ti

Trátalo bien

            Se puede evidenciar que ya en estos versos el autor deja de ser simplemente el escritor para pasar a ser el sujeto enunciado, las distintas voces que se manifiestan en su poesía y a quienes se dedicó a conocer muy bien; más adelante en el mismo Eremuk describe a los pemón y deja en alto la sabiduría de los mismos. Los cantares de Pereira no son un conglomerado de ideas que deambulan en la historia, son el producto de encuentros con estas comunidades, para ello se hizo necesaria la interpretación de sus formas de vida, de subsistencia, de pensamientos para lograr al menos crear una poesía que irradie solo una parte de su realidad.

            La magnificencia con la que Pereira plasma el marco cultural de estas comunidades habla de un poeta comprometido con mostrar a través de su pluma una realidad poco valorada, el respeto es impreso en cada uno de sus versos y deja ver un dialogo con un mundo con el que se reconoce y al mismo tiempo se vincula de una manera extraordinaria, en el Eremuk que sigue se puede apreciar esta idea:

Konok

Esta viniendo aguacero

Vámonos a dormir

La lechuza parece que duerme

Pero está despierta

El que ya no camina

Desparramó los peces pequeños

El morador de agua

Bajó del cielo a la tierra por un hilo de araña

El sueño de la ranita está encima de la hoja

Casa del chupaflor

Aquí estamos esperando que vengas

Este rancho está viejo no hay pescado

Debemos emprender la jornada antes de cantar los gallos. (pág. 91)

 

            En estos versos  se posan  a través de tropos imágenes que ubican al lector en un tiempo, en un espacio, en un momento. El pasado resurge para Pererira desde la nostalgia que brota del anochecer, la vigilia de un pueblo que se esconde y se aparta de una sociedad que le excluye. El sujeto enunciado idealiza su espacio de vida, le protege y la hace cautiva de su mirada. Los antepasados de la comunidad Pemón dejan sus huellas, sus hijos en esa naturaleza dotada de voz propia y Pereira recrea esos espacios como solo un poeta que comprende y se apropia de esa realidad puede hacerlo.

            Una vez más se denotan en Konok como en la mayoría de los cantares la presencia de animales simbólicos dentro de esta cultura, la lechuza como un símbolo de guardia y alerta, el colibrí esta vez presentado como chupaflor y de quien se espera la llegada, el gallo presente nuevamente en este Eremuk como símbolo de luz y despertar. Es posible distinguir el inicio y el final de este canto denotándose el final del día y el principio de la noche, puede verse acá un contraste entre luz y oscuridad muy frecuente dentro de la creación poética de Pereira que puede dirigir la mirada hacia la parte excluyente de estos pueblos que seria representada por la oscuridad de la noche y una cultura viva, despierta que representaría la luz del día.

Afirmaciones como las anteriores pueden verse reflejadas en el Eremuk titulado ¿O topé?:

De nuevo

Otra vez voy hacia ti

¿Para qué?

¿Para qué?

Amaneció buen día

 

            La proximidad de Gustavo Pereira con la comunidad pemón deja como resultado una poesía impregnada de sentimiento, de un sentir que es expresado desde su interioridad, además de ideales de identidad y raíces de la madre tierra, su creación jamás podría ser considerada una producción racista o desde el resentimiento de quien observa y se desdicha por lo que mira, todo lo contrario la escritura de Pereira es tan magistral que su denuncia es un canto que embellece la cultura pemón, su estilo deja al descubierto un mundo posible (la designación es de Umberto Eco) que se erige en su tradición y costumbres.

            Según Eliseo Verón el contexto de producción de los discursos determina una de las formas de lecturas posibles, la forma en la que se generan los procesos discursivos desencadenan las posibles interpretaciones del mismo. Si bien es cierto el contexto de producción de Costado Indio se encuentra enmarcado en el  valor de esta clase social, la sociedad que margina es denunciada en los Eremuk de Gustavo Pereira, el arraigo hacia las raíces nacionalistas de identidad se ven de forma persistente en cada una de sus producciones. Sin duda alguna la sociedad permea la escritura de un sinfín de autores, el caso de Pereira no es la excepción, sin embargo cabe destacar que esta aproximación ha sido más bien voluntaria, tal vez en la búsqueda de su propia identidad.

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