Juan (Punto fijo)

FOTO JUAN

Juan Maldonaldo. Nacido en Punto Fijo en 1987. Actor de Teatro, miembro del grupo Skene de Maracay. Realizó estudios de Derecho en la Universidad de Falcón. En 1999, ganó el primer lugar municipal en las V Olimpiadas de Lectura y Escritura del CENAMEC. Ha participado en talleres de formación literaria en poesía, narrativa y ensayo, auspiciados por la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.

ELBA Y DAMASO

 

Una noche, me encontré en el bosque con tus senderos.

Y lo negro comenzó a emanar de mis ojos.

El suelo se llenó del moho de tus numerosos

y aromáticos cabellos; las raíces como

nudos de tu piel embalsamada, como una rotación

efímera de dolor en la espalda.

Los ríos son sangrantes esferas de codicia,

cuando a tus brazos se sumerge la lujuria.
Los valles estériles se tornan sagrados,

y las rosas azules estremecen sus cimientos.

Los ángeles palidecen de miedo entre estas hojas,

calladas y negras sobre la tierra.

De las venas de tu vientre brotan las cataratas heladas

donde caen los ríos cuando envejecen.

En tu útero crece la hierba húmeda

de sangre y carne gris de las llanuras.

 

¡Ah! Cuando la brisa, mortal como dagas vencidas,

hace bailar tu vestido a la deriva,

mis dientes se clavan en las piedras,

y tus piernas blancas se quiebran y se olvidan de los hombres.

 

 

!Oh soles! Por su infinita desbandaba de glorias

liberado estoy de ninfas, aguas claras;

marchitos suspiros sean las estelas cubiertas,

los brebajes sagrados que filtran las cascadas.

 

Extasiado, doy un beso a las molduras de tu sombra.

Un beso, despiadado ébano rojo, un beso a la posteridad.

Caeré entonces, sin levantarme de ti, sin tan

grata alevosía; partiré en las gráciles naves

que se hunden en tus cabellos negros, perfumados

de recuerdos y horizontes.

 

Hermoso es mi huerto, brillantes sus pétalos.

Dulces sus hogueras como miel descendiente.

Espléndidos ojos de desierto, laderas al alba.

He desnudado tus contornos como vino,

entrante en mis suspiros, vibrantes en mi piel de caña,

levantada al dulzor del campo y al calor del sol.

Mi vientre como lámparas de gloria,

siempre rendida, ante tus ojos.

 

Yo subiré a tus prados morenos,

húmedos, y siempre suplicantes,

y entonaré alabanzas a tus brazos dolientes,

a los muros cerrados, a tus manjares de sésamo verde.

¡Fértil hembra! Tú que emanas el aroma de las

huertas del olivo. Tú que bañas de azul

las viñas de mis padres. ¡Acepta mis ofrendas!

¡Ruge de pasión bajo mis manos cerradas!

 

Callado suspiro, veneno frágil.

¡Amo! ¡Vivo! Entrego mi fortaleza en estampidas

sobre la tierra misma, el pasto que pisas.

En esa cruz danzante que divide mis mitades,

clavo el puñal eterno de las madrugadas frías,

esperando sentada, aislada,

frente a la fogata.

 

Asida a mi empuñadura tu mano ruega en desvaríos,

de brillo profundo tus ojos se desnudan.

Doncella, selvas acuosas llevas soñando

en esa mirada, esas cálidas noches

donde tu piel se deshoja.

 

Quiero oír tus pasos en la tarde.

Dibujar las aguas diáfanas de tu espalda

en las huellas de mi dedos.

 

Mi voz es una nave latente que desborda el mar.

Luz agónica que grita tu nombre.

Veía esa luna blanca cuya luz desmedraba

el horizonte, donde tus pasos crecían y

dormían como bruma.

 

Y solitaria, enciendo las hogueras del crepúsculo.

¡Alto nombre! Señor de amos fabulosos.

Soy virgen de esas torres y cúpulas.

 

Tempestades espumosas, cual arena suculenta,

que desgrana en tu belleza melodías.

Es el viaje oscuro que me lleva a tus cadenas.

¡Oh fiera hija de los campos asoleados!

¡Verdosa virgen mañanera!

Entre nubes cautivas, tu sonrisa de delirios infinitos

me arrasa, me transporta en un sueño irreal,

en una ilusión eterna.

 

Es tu llanto de rocío el que muerde la luz.

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