Martín (Coro)

IMG00079-20110825-2121Martín Alejandro Gómez Jiménez. Nace un 8 de Agosto de 1989. Vivió atrás de un vidrio hasta graduarse en Educación Mención: Lengua y Literatura. Más Jiménez que Gómez. Maestrante de Docencia para la educación Superior. Por las realidades humanas y de los sistemas, completamente pesimista. Actualmente viajando por los reconcomios de la conciencia humana. Interpretándose como psicótico, TPA, intolerante, a pocos grados. El viaje le ha hecho olvidar lo que valoraba. Ahora intenta comprender la forma de ayudar a pensar. La lealtad y la igualdad son las piernas del progreso, le dijo una vez Erbrow en un sueño.

Cíclico

El ocaso siempre guarda cúmulos de sorpresas. La ambivalencia es un pecado mortal en asuntos de caminos. Un día, el río empezó a bajar sin importar cómo cayese en las piedras. Se golpeaba fuertemente. El dolor hacía desfallecer sus delirios. El éter (padre, que para el río no merecía tal sinónimo), no atendía las plegarias. Sólo esperaba que oscureciera el ocaso, y volviera a sus remansos, a sus inicios, de donde parte hasta lo más mínimo, y donde todos son iguales.

            Muchas gotas, antes de saber que desaparecerían en pieles bióticas, se juraron amor eterno, (in)condicional. Gastaron toda su energía en reproducirse, se multiplicaron hasta que algunas de ellas fueron a formar parte del caudal que bajaba, como si ello diese inmortalidad a la especie.

            Era (in)justo, como unas se mezclaban con la tierra para formar légamo, y como otras eran consumidas por otras especies, como si su vida sólo valiera para mantener la vida de otros organismos. En paralelo, las más privilegiadas observaban a sus camaradas destruirse unas a otras, chocaban entre sí, sin saber que al hacerlo se convertían en una sola, y de esa forma, bajaban, felices, hacia aquel abismo. Lugar donde, con gusto, se entregarían a su ciclo, y la temperatura haría su trabajo, para luego volver a ascender, con un nuevo hado, dictaminado por aquel que no merecía tal sinónimo, y permanecía gracias a aquellas gotas que le imaginaban.

 

Génesis según sancocho.

            Génesis era una vieja que vivía por la casa. Era grosera. Tenía muchos animales de diversos tipos viviendo con ella. Desde lagartijas venenosas, hasta mastodontes. Yo no me explicaba como esa loca podía domesticar esas especies, y vivir para contarlo. Su casa, era debajo de un puente que le hacía sombra. Con cloacas pasando en su frente. Muchos dicen que ella misma la construyó ahí para dividir lo claro de lo oscuro, y tener sombra infinita, a cualquier hora del día.

            Tenía dos hijos, un varón y una hembra. Pero a causa de su extraña crianza, ambos se mudaron y se multiplicaron, creando una enramada pedófila. La vieja triste, no aguantó la vergüenza y quemó todo lo que tenía. La verdad yo no he sabido más de esa tipa. Lo que sé, es que los animales viven en estado silvestre, y los nietos, que eran malandros atolondrados que se la pasaban atracando todos los días, ahora son los jefes de las comunidades vecinas.

El cosmos

Una vez, me encontraba contando las estrellas. Recordando que, cuando era niño, me entretenía recrearle historias a cada una. Compararlas con héroes. Identificarlas con desgracias que en este aburrido mundo no tenían solución, pero ellas sí podían resolver, y poner a prueba sus proezas… No era fácil inventar caminos, y tirar piedras en el recorrido.

Ese día, particularmente, que sólo me limitaba a contar cuántos luceros habían, me percaté que los astros no atendían a mis llamados. No se subordinaban a mi imaginación. Era increíble como esos punticos de luz chocaban entre sí, y creaban geometrías que me eran difíciles de definir.

Nebulosas que se combinaban para formar imágenes, acontecimientos extraordinarios de divinidades que pugnaban por dominar las creencias. De signos que decidían las fechas de los nacimientos de los humanos, para hacerles una vida sumisa a lo que dictaminaba el cosmos.

Alcancé a identificar un signo que recreaba los acontecimientos de mi vida. Desde que nacía, hasta mi muerte. Todo visto bajo imágenes e hipnotizadores destellos. Anonadaba como ese hombre con pierna de caballos, y el león, discutían por la fecha de mi partida, que según ellos, iba a ser pronto.

Hasta esa noche posé la mirada en el cielo, para narrar ficticias historias. Comprendí la pasmosa realidad, que ellas son las que cuentan las nuestras. Estamos ligados a lo que piensan ellas, al igual que todo lo que respira. Y esa noche decidieron que yo no las podría ver más, porque si no, sus voces se apagarían, y la vida dejaría de existir en este plano, a causa de su silencio.

7 pensamientos en “Martín (Coro)

  1. sampol4 dice:

    Una cotidianidad bizarra, «Génesis, según sancocho». Mi frase favorita de «El cosmos» es «Comprendí la pasmosa realidad, que ellas son las que cuentan las nuestras», me gusta el punto donde el individuo adopta la nueva realidad que ha reconocido. Y por ultimo mi favorita… «Cíclico», solo puedo decir cuanto me gusto la perversión con que la interpreté.

  2. Chebetto dice:

    Esta jocoso «Génesis según Sancocho».

  3. Angélica Alvarado dice:

    Cuentas cosas cotidianas, pero las conviertes en especiales, en ocasiones hermosas. Excelente uso de las palabras.

    Mi preferido es «Cíclico».

  4. Manuel Milano dice:

    Me encanto El cosmos hermano, aunque todo el trabajo es bastante bueno te felicito! aunque espero hables de las metáforas y sobre a lo que apunta tu trabajo para contextualizarlo un poco, si se puede!

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