Adrineli (Coro)

Adrineli Canelón, Ando por ahí desde el 92. Casi siempre soy “la pelua ojitos claros del grupo”, quiero no pararle mucho a los rollos existenciales, duermo una cuadra antes de la Eiffel (cerca del restaurant de comida venezolana) y me la paso refugiada en una casita con un pibe antiargentino que me da oportunos besitos en el cuello. Miembro de la cátedra libre de literatura Agustín García y del grupo literario Febrero.

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Cada noche,

La muy descarada, se viste según el ánimo,

                                          Claro, siempre con intención de desmantelar.

Se asoma con toda su arrogancia a supervisarnos

No vaya a ser que nos andemos con remilgos

                                         Negándonos besos o apartando manos,

Porque eso sí le resulta intolerable,

Portarse bien a las sombras,

Que esos HUECOS te vean con buenos ojos

De qué nos sirven los rincones oscuros,

                                         Donde ella no se asoma                    (por alcahueta)

Más que para la oportunidad de ser indecentes.

Que malagradecidos nosotros

Encendiendo las luces

Parándonos bajos los postes

Desperdiciando los chances,

Y cada noche,                         con ella vestida de gala,

Dejando de sonreírle con complicidad.

***

Yo te he visto, no te creas,

¡Si te he visto!

A veces andas por allí,

Con carita de susto,

Con ganas de ver abajo o señalar el cielo

(A ver si hay un imbécil que vea el dedo)

Cuando te tropiezas en la esquina con una oportunidad

De vivirte sin pensarte,

Pero con toda tu lógica le sacas el culo

Y sigues caminando muy decentemente,

Esperando la siguiente oportunidad de saberte correcto

Frente a otros ojitos asustado

Con ganas de mirarte esquivando

Para no saberse solos en la miseria de la contemplación infértil.

 

 

 

***

Tengo un repertorio de sonrisas guardadas en un bolsillo. Ayer las saqué una a una para ver que queda de ellas y vi que ya están gastadas. Pensé desecharlas, las fabriqué con mucho cuidado por mandato directo dedicadas a un ser. En ese entonces la escogida siempre dependía del tono de su comentario, me las ponía agriándome las ganas. Y aunque son todas sonrisas muy agradables, educadas y bien colocadas (de muy buena calidad) se me pudrieron practicándolas, cerca del momento en el que decidí que no hay tentáculo más asqueroso y  fácil de cortar que el suyo. Al rato las fui guardando de nuevo, una a una, para ver si aún me pesan, resulta que ahora después de las certezas y la fortaleza fingida, siguen haciéndome vacio, perforándome el bolsillo y agarrándose bien fuerte, no vaya a ser que a mí me dé por superar ciertos peos.

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Lo escribí,

Jodí un poquito los puyazos que fingen ser miedos

Di un pasito                         (muy, muy pequeñito)

Usé mis horas madrugonas para deshilacharme,

Quitarme unas formas de encima,

Saberme la diferente entre esa y yo,

Y así me desnudé otra vez

(En esta fue la piel),

Para ir regenerando un pedazo,

Con otro texto mediomediocre,

Que signifique otro pasito

Que me vaya llevando…